28.12.07

Tres palabras y un relato.

Esta es la historia de un cavernícola que habitaba en el valle de Lorión, cerca de las montañas. Vivía solo y despreocupado pensando únicamente en cazar, comer y dormir.
Su cueva era un montón de piedras rocosas y huesos de los animales que cazaba y comía. También tenía colgadas, por todos lados, las pieles de esos animales que utilizaba para vestirse y taparse por las noches.
Un día salió de caza porque tenía hambre y se encontró con un gran objeto extraño. Con gran temor, por no decir pánico, se acercó con su lanza preparada y empezó a olfatearlo. No se parecía a ningún olor conocido; lo tocó y su tacto era suave. Brillaba al sol. Era rectangular, del color de la tierra. En la parte de arriba era transparente y podía verse el interior. Había dos piedras delante de tamaño pequeño y una enorme detrás, todas forradas de piel. Ante una de las pequeñas, había otra plana y redonda, más pequeña que las cuatro exteriores que aguantaban el extraño objeto. En su parte exterior delantera había dos grandes ojos que brillaban y en la parte exterior trasera otros dos más pequeños.
Una vez examinado el objeto, se introdujo en el interior y soñó que se trasladaba a otro sitio sin ningún esfuerzo. Cuando acabó su “viaje”, decidió darle un nombre. Lo llamó: COCHE.

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