28.12.07

Tres palabras y un relato.

Esta es la historia de un cavernícola que habitaba en el valle de Lorión, cerca de las montañas. Vivía solo y despreocupado pensando únicamente en cazar, comer y dormir.
Su cueva era un montón de piedras rocosas y huesos de los animales que cazaba y comía. También tenía colgadas, por todos lados, las pieles de esos animales que utilizaba para vestirse y taparse por las noches.
Un día salió de caza porque tenía hambre y se encontró con un gran objeto extraño. Con gran temor, por no decir pánico, se acercó con su lanza preparada y empezó a olfatearlo. No se parecía a ningún olor conocido; lo tocó y su tacto era suave. Brillaba al sol. Era rectangular, del color de la tierra. En la parte de arriba era transparente y podía verse el interior. Había dos piedras delante de tamaño pequeño y una enorme detrás, todas forradas de piel. Ante una de las pequeñas, había otra plana y redonda, más pequeña que las cuatro exteriores que aguantaban el extraño objeto. En su parte exterior delantera había dos grandes ojos que brillaban y en la parte exterior trasera otros dos más pequeños.
Una vez examinado el objeto, se introdujo en el interior y soñó que se trasladaba a otro sitio sin ningún esfuerzo. Cuando acabó su “viaje”, decidió darle un nombre. Lo llamó: COCHE.

27.12.07

Poema

Sólo sé que me has cortado
las alas de la infancia
para hacerme volar
aún más alto
sobre jardines prohibidos
de eterna primavera.
Al asomarme al mar
atrayéndome
con su infinito color
en su inmensa profundidad
todos los colores
se vuelven uno: tú.

A mi madre

Este poema lo escribí hace 5 años y medio. Se lo dediqué a mi madre que unos días antes había fallecido en mis brazos. Quise hacerle un homenaje y lo mejor que podía hacer era escribir, porque es lo mejor que sé hacer.


Una luz se ha apagado,
la que una vez me dio la vida.
He podido escribir cosas
para otros que se extinguieron
pero ahora, no puedo
expresar lo que siento.

Me faltan las palabras.

Ha sido tan grande el vacío
que ha dejado,
que llenarse de nuevo
nunca se podrá.
Ni otra persona,
ni el amor de los vivos,
es suficiente para ocupar
el lugar que ha dejado
la muerte de mi MADRE.

Nunca viví la muerte
de tan cerca.
Nunca la tuve
en mis brazos.
Nunca la besé,
ni la sentí tan dentro.

Algo murió aquella noche
en mi alma
que ni tan siquiera
el llanto ha aliviado.

Muchos amores
he vivido y he amado,
pero hasta ahora
no me había dado cuenta
de lo mucho que la he querido,
y de las pocas veces
que se lo he demostrado.

Mami, bendita seas.
TE QUIERO.


14 de junio 2002.

24.12.07

La estación II

Era un día especial. Sí, especialmente especial. Porque la niña que soñaba con el tren, por fin iba a subir a uno.
Años y años mirando por la ventana de su habitación como otros subían a los trenes que se paraban en la estación. Años y años con la mirada perdida soñando con subirse al tren.
Salir. Huir. Escapar. Liberarse.
Mirar por la ventana era su forma de liberarse, porque no se podía mover, no podía salir. Mirar le permitía soñar con una vida que no tenía ni podía tener.
Pero el día llegó. Libre por fin, pudo subirse al tren. Al tren del otro lado. A ese que nunca regresa. Se subiría y se iría para siempre.

Contestó... y se fue.

Contestó rápido a la pregunta que le hizo el padre cuando apareció ante ella. No quiso que esperara mucho tiempo su respuesta. El "sí" sonó tan fuerte como el bofetón que llegó después. Sabía que si le hubiera hecho esperar habría sido una verdadera lluvia de golpes y patadas lo que habría recibido. Cuando el padre estaba así, era mejor no hacerle enfadar. La madre lo sabía, y la mayor parte de las veces le contestaba para que la hija no recibiera ningún golpe. Pero ahora no había nadie que los parara. La madre murió dejando a la hija desprotegida y sola. Por eso tuvo que tomar la decisión. Salir, irse de casa y dejar al padre solo con su miserable vida. El padre se enteró e intentó evitarlo.
-¿Te vas, estúpida? -le preguntó.
-Sí -fue su contestación.
Y después de recibir el bofetón le dejó para siempre plantado en el recibidor de su casa.