24.7.08

PALMA DE NOCHE

Acabo de regresar de un paseo por el centro de Palma. Son las 11 de la noche. Palma estaba iluminada con una luz avainillada. Un toque casi mágico, diría yo.
La primera visión espectacular y majestuosa es la de nuestra catedral, la Seo, maravilla gótica donde las haya. A su lado te sientes pequeño y piensas, ante su grandeza, cómo es posible que los hombres pudieran construir algo tan hermoso.

Su imagen reflejada en el agua del lago del Parc de la Mar la convierte en un lugar especialmente sobrenatural.
Justo enfrente se levanta un edificio que recuerda nuestro pasado moro, la Almudaina, antigua ciudadela árabe que compite con la Seo por el dominio de la bahía de Palma, recordando las encarnizadas batallas entre moros y cristianos. Ambas representan el pasado medieval de la ciudad. Seguí caminando y me adentré en el barrio gótico de la ciudad. Paseé por sus estrechas callejuelas recien restauradas y me impregné de los olores antiguos a comida, a especias... Las calles estaban silenciosas y solitarias. Tan solo se oían mis pasos.
Llegué al centro, la Plaza de Cort, donde está el Ayuntamiento de estilo barroco, y casi en el centro de la plaza permanece el árbol que representa a todas las islas, el olivo. Un olivo milenario, que resiste como nadie el paso del tiempo. Me gusta pensar que siempre estará ahí, y mientras esté, todo irá bien. Me da seguridad, me da confianza. Imagino que si nada ha podido acabar con este árbol, nada malo podrá suceder.

Después de un rato admirando el olivo, seguí por la acera del Ayuntamiento hasta la Plaza de Santa Eulalia. Allí hay una de las iglesias góticas que hay en el centro, junto a la de San Francisco; de ella tengo un bonito recuerdo, pues allí se casó mi hermano en 1982. Estaba muy hermosa por la noche, a la luz de las farolas y pensé que esta iglesia era la protagonista de un cuento medieval.
Y caminando por la Calle del Sol, mirando los portales de todas las casas medievales, renacentistas... de las familias importantes del Reino de Mallorca, admiré las torres de la Almudaina de Gumara, otorgada a los caballeros templarios que se establecieron en Mallorca con la llegada de Jaime I, y que por poco tiran abajo desconociendo su origen y su antigüedad para construir pisos.
Los caballeros del Temple construyeron en su interior una iglesia pequeña, que comunmente conocemos como la Iglesia del Temple, es de planta única y con bóveda de crucería.
Como casi todas las iglesias del Temple tiene ventanales redondos y le dan un carácter único. La iglesia está dedicada a la imagen de Cristo Crucificado, que preside el altar mayor. Me hubiera gustado vivir en esa época y haber sido un Caballero del Temple. Siempre he admirado su honor, aunque lo hubiesen mancillado, y su capacidad de luchar contra la adversidad. Pero lo que más me gusta es ese morbo de secretismo que rodea a este grupo de caballeros e intentar descifrar todos sus códigos e incógnitas.
Así acabó mi paseo medieval, mi época preferida de la historia; por eso, nada más llegar a casa me puse a escribir para no olvidar lo que había sentido. Tuve muchas ideas para poner por escrito y espero que algún día lo haga y las podáis leer.