Hace unos meses estuve en Barcelona, gran ciudad para algunos, ciudad a secas para otros. Pero lo que sí es evidente que allí hay lugares de una belleza extraordinaria. Me refiero a un lugar donde se respira la humildad, el trabajo, el esfuerzo, el amor y la esperanza. Una iglesia gótica, en la que los hombres humildes trabajaron codo con codo, alma con alma, y donde pusieron todas sus esperanzas porque era "SU IGLESIA".
La iglesia de la que hablo es Santa María del Mar. La "Catedral del Mar".
El hombre que la proyectó y los que trabajaron en ella no lo hicieron por dinero, sino por amor a una virgen a la que veneraban. Todos aquellos que estaban relacionados con el mar y con algunas de sus profesiones, participaron con lo que tenían y construyeron una de las iglesias más hermosas que he conocido.
La descubrí leyendo un libro con el mismo título que me habían prestado. Desde la primera página me cautivó. Su autor, Ildefonso Falcones de Sierra, escribió una gran obra que, de una manera muy sencilla, relataba la vida de dos generaciones de "bastaix", palabra catalana que significa "mozo de cuerda" o "cargador". De esta familia el protagonista es Arnau y a través de él se cuenta la historia de la construcción de esta iglesia y a la vez de un periodo de la historia de la Barcelona medieval.
Después de leer el libro no tenía otra ilusión que cuando fuese a Barcelona debía localizar el sitio y visitar la iglesia por dentro y por fuera. Y así lo hice.
La he visitado dos veces. La primera había una boda y sólo pude entrar un momento. Pero la segunda vez pude visitarla y respirar su historia, imaginándome a los personajes del libro, identificándome con la espiritualidad que emanaban sus columnas y cristaleras. Pensando que el esfuerzo de todos los que participaron en levantarla tuvo una extraordinaria recompensa.
Pero sobre todo me hizo pensar en el esfuerzo. Me hizo pensar en que trabajar por lo que quieres conseguir nunca es perder el tiempo. Que puedes tener malos momentos, obstáculos que se te hacen muy difíciles de pasar y gente que te puede dar la espalda y hacerte daño, y que eres capaz de seguir adelante, porque siempre encuentras un lugar y una gente que te dejan huella y te ayudan a seguir.
La iglesia de la que hablo es Santa María del Mar. La "Catedral del Mar".
El hombre que la proyectó y los que trabajaron en ella no lo hicieron por dinero, sino por amor a una virgen a la que veneraban. Todos aquellos que estaban relacionados con el mar y con algunas de sus profesiones, participaron con lo que tenían y construyeron una de las iglesias más hermosas que he conocido.
La descubrí leyendo un libro con el mismo título que me habían prestado. Desde la primera página me cautivó. Su autor, Ildefonso Falcones de Sierra, escribió una gran obra que, de una manera muy sencilla, relataba la vida de dos generaciones de "bastaix", palabra catalana que significa "mozo de cuerda" o "cargador". De esta familia el protagonista es Arnau y a través de él se cuenta la historia de la construcción de esta iglesia y a la vez de un periodo de la historia de la Barcelona medieval.
Después de leer el libro no tenía otra ilusión que cuando fuese a Barcelona debía localizar el sitio y visitar la iglesia por dentro y por fuera. Y así lo hice.
La he visitado dos veces. La primera había una boda y sólo pude entrar un momento. Pero la segunda vez pude visitarla y respirar su historia, imaginándome a los personajes del libro, identificándome con la espiritualidad que emanaban sus columnas y cristaleras. Pensando que el esfuerzo de todos los que participaron en levantarla tuvo una extraordinaria recompensa.
Pero sobre todo me hizo pensar en el esfuerzo. Me hizo pensar en que trabajar por lo que quieres conseguir nunca es perder el tiempo. Que puedes tener malos momentos, obstáculos que se te hacen muy difíciles de pasar y gente que te puede dar la espalda y hacerte daño, y que eres capaz de seguir adelante, porque siempre encuentras un lugar y una gente que te dejan huella y te ayudan a seguir.
Y de ese modo me hice un poco más fuerte. Y decidí olvidar todos los malos momentos de mi vida -algunos aún muy recientes- y mirar hacia adelante.